Cuando me sumerjo en la historia del ransomware, me sorprende cómo algo tan aparentemente rudimentario como un disquete pudo desencadenar una industria criminal multimillonaria.
El ransomware, o secuestro de datos, ha evolucionado de manera vertiginosa desde sus inicios en 1989, y su historia es una mezcla fascinante de innovación tecnológica y audacia delictiva.
El disquete como origen del ransomware
El ransomware nació oficialmente en 1989 con el Troyano AIDS, también conocido como PC Cyborg. En aquel entonces, un biólogo llamado Joseph L. Popp distribuyó 20.000 disquetes que, además de información médica sobre el sida, contenían un virus.
Este programa cifraba los archivos del ordenador tras varios reinicios y pedía 189 dólares como rescate, dinero que debía enviarse a una dirección en Panamá. Aunque eludir este ataque era sencillo debido a la falta de complejidad en el cifrado, aquel evento marcó el inicio de una nueva amenaza digital.
Me resulta increíble pensar en lo ingenuos que eran estos ataques comparados con lo que veríamos después.
La llegada de Internet y el cifrado avanzado
En los primeros años de la década de 2000, con la popularización de Internet, el ransomware encontró un terreno fértil para crecer. Los ciberdelincuentes comenzaron a usar algoritmos de cifrado más complejos como RSA, que dificultaban enormemente recuperar los datos sin pagar el rescate.
Recuerdo haber leído sobre los errores de algunos de estos atacantes. Por ejemplo, hubo un ransomware en el que todas las víctimas compartían la misma contraseña para descifrar los datos. ¡Menuda ironía! Esa torpeza permitió que muchos afectados recuperaran sus archivos sin pagar un céntimo.
Los casos más impactantes: Cryptolocker y WannaCry
La evolución del ransomware se disparó con la aparición de Cryptolocker en 2013, uno de los primeros en pedir rescates en bitcoins. Su sofisticación permitió a los atacantes comunicarse con las víctimas y negociar, generando más de 27 millones de dólares en solo dos meses.
Pero si hablamos de impacto global, WannaCry se lleva el premio. En 2017, este ransomware paralizó empresas e instituciones en 150 países. Fue un caos total, con sistemas enteros bloqueados y un mensaje pidiendo rescates en las pantallas de las víctimas. Aunque Microsoft lanzó un parche para la vulnerabilidad explotada, muchas empresas no lo habían instalado, algo que demuestra la importancia de mantener los sistemas actualizados.
Aquí es donde quiero hacer una pausa. ¿Cuántas veces pensamos "a nosotros no nos va a pasar"? Lo mismo ocurre cuando no instalamos un antivirus o no revisamos nuestras copias de seguridad. La lección que aprendí es que la prevención siempre cuesta menos que lidiar con las consecuencias.
¿Qué es el famoso y tan de moda Big Game Hunting?
En los últimos años, los ataques se han vuelto más selectivos. En lugar de campañas masivas como WannaCry, los ciberdelincuentes han optado por el "Big Game Hunting".
Esta estrategia se centra en atacar grandes empresas, investigando previamente sus vulnerabilidades. Además, con la técnica de doble extorsión, no solo piden rescate, sino que amenazan con publicar los datos robados en la Dark Web.
Esta evolución es preocupante, especialmente cuando vemos cómo los atacantes han profesionalizado sus operaciones, incluso ofreciendo ransomware como servicio (RaaS). Algunos grupos, como Conti, llegan a formar a "perfiles junior" en su infraestructura delictiva.
Es una industria en toda regla, lo cual da mucho que pensar sobre el futuro de la ciberseguridad.
Una breve conclusión sobre el ransomware
La historia del ransomware nos deja muchas lecciones. Desde los rudimentarios disquetes del Troyano AIDS hasta las sofisticadas campañas de Big Game Hunting, hemos sido testigos de cómo la tecnología, para bien o para mal, puede cambiar nuestras vidas.
Protegernos está en nuestras manos. Mantener los sistemas actualizados, usar antivirus gratuitos como medida inicial y estar atentos a los intentos de phishing son pasos esenciales. Al final, la ciberseguridad no es solo cuestión de tecnología, sino de actitud y aprendizaje continuo.
Y tú, ¿estás preparado para enfrentarte a esta amenaza?