Google: ¿Seguro? Los trucos que no te contaron

Hablar de seguridad online no es algo nuevo, pero no por ello deja de ser fundamental. Es más, creo que es uno de esos temas que todos pensamos que tenemos bajo control... hasta que nos damos cuenta de que no es así. Si usas un antivirus gratis Windows 11, pero no tienes tu cuenta de Google protegida, es como poner una puerta blindada en casa y dejar las ventanas abiertas. 

Hoy quiero hablarte de trucos esenciales para que tu cuenta de Google sea tan segura como debería. Te contaré también algunas experiencias personales para que veas que esto va en serio.

1. El error más común: contraseñas débiles

¿Sabes cuántas personas usan "123456" o "contraseña" como clave? Muchas más de las que crees. Y sí, lo entiendo: crear contraseñas largas y diferentes para cada servicio puede ser un dolor de cabeza. Pero es imprescindible.

Hace unos años me hackearon la cuenta de Gmail. El problema fue una contraseña reciclada que usaba también en una vieja web. Recuperarla fue un calvario: correos con soporte, verificar identidad... Desde entonces, mis claves son combinaciones largas, aleatorias y únicas. Además, ahora utilizo un gestor de contraseñas que me facilita mucho las cosas. Creerme, es mejor que pasar por el mal trago de perder el acceso a tu cuenta.

Y no sólo eso, sino que también me aseguré de cambiar mis contraseñas regularmente, algo que antes nunca hacía. Si aún no te convence esta idea, recuerda que la mayoría de los ataques informáticos se aprovechan precisamente de contraseñas débiles o repetidas.

Para que entiendas mejor, imagina que tu contraseña es como la llave de tu casa. Si tienes la misma llave para todas tus puertas y alguien la encuentra, podrá entrar sin esfuerzo. Algo similar ocurre con las contraseñas reutilizadas. Los hackers a menudo acceden a bases de datos filtradas de servicios menos seguros y prueban esas mismas claves en cuentas más importantes, como tu correo o banco.

Hoy en día, el uso de gestores de contraseñas es una herramienta imprescindible. Te ayudan a generar claves seguras y a recordarlas sin esfuerzo. Personalmente, también uso una "frase de paso" en lugar de una contraseña tradicional en algunos casos. Esto consiste en usar una oración larga con caracteres especiales y números. Por ejemplo: "MiGato3s_Gr1sYComePescado!" es mucho más segura que una simple palabra.

Por último, no olvides educar a quienes te rodean. Hace poco ayudé a un familiar mayor a actualizar sus contraseñas. Usaba la misma en todas sus cuentas y además era algo tan simple como "miapellido123". Ahora tiene contraseñas robustas y distintas para cada sitio, y yo estoy más tranquilo sabiendo que su información está mejor protegida.

2. La auténtica joya de la seguridad: la verificación en dos pasos (2FA)

Si hay algo que deberías implementar hoy mismo, es esto. Sin 2FA, tu Gmail está en peligro, así de sencillo. Aunque tengas la contraseña más robusta del mundo, un atacante puede encontrar la forma de entrar. Por eso, activar la verificación en dos pasos es crucial.

En mi caso, uso claves físicas Yubikey. Llevo una en mi llavero y tengo otra como copia de seguridad. Una vez perdí mi llave principal y fue un alivio tener ese plan B. Con 2FA, si alguien intenta acceder a tu cuenta desde otro dispositivo, necesitará también esa clave física o código adicional. Es como tener un candado extra en tu puerta.

Existen varios métodos para implementar 2FA, y cada uno tiene sus ventajas. Por ejemplo, las aplicaciones de autenticación como Google Authenticator o Authy generan códigos únicos que cambian cada pocos segundos. Estos son más seguros que los mensajes SMS, ya que los códigos por texto pueden ser interceptados mediante técnicas de "SIM swapping". Sin embargo, las claves físicas son el estándar de oro: un dispositivo que llevas contigo y que nadie más puede duplicar.

Cuando configuré mi primera clave Yubikey, me sorprendó lo fácil que era integrarla con múltiples servicios. Desde Gmail hasta mi cuenta bancaria, la clave me ofrece una capa de seguridad que me hace sentir mucho más tranquilo. Lo que también hago es tener códigos de respaldo impresos y guardados en una caja fuerte en casa. Estos códigos me permiten acceder a mis cuentas incluso en casos extremos, como si perdiera todas mis claves físicas.

Otro aspecto importante que mucha gente pasa por alto es la posibilidad de usar varias métodos de 2FA en una sola cuenta. Por ejemplo, en mi Gmail tengo configurada una clave física como principal, pero también una aplicación de autenticación como alternativa. Esto asegura que siempre tenga una forma de acceder, pase lo que pase. De hecho, una vez tuve que recurrir a mi app de autenticación porque había olvidado mi llave en casa.

Un detalle que también merece atención es el factor humano. Hace poco ayudé a un amigo que se negaba a usar 2FA porque pensaba que era complicado. En menos de 10 minutos configuramos su cuenta con Google Authenticator y una clave de respaldo, y ahora no deja de agradecerme por insistir.

Finalmente, recuerda que no basta con activar 2FA, también es crucial mantenerlo actualizado. Cambia tus códigos de respaldo de vez en cuando y revisa las opciones de recuperación que tienes configuradas. La seguridad online no es algo que puedas configurar y olvidar; necesita un mínimo de mantenimiento para seguir siendo eficaz.

3. Revisa las aplicaciones con acceso a tu cuenta

A lo largo del tiempo, permitimos que ciertas apps o webs accedan a nuestra cuenta de Google. El problema es que muchas veces olvidamos revocar esos permisos cuando dejamos de usarlas. Esto no solo representa un riesgo potencial para nuestra seguridad, sino que también es una puerta abierta a que terceros sigan recopilando datos sin que lo sepamos.

Hace poco revisé mis permisos y me encontré con una aplicación que ni recordaba haber usado. Al eliminar su acceso, me aseguré de que no pudieran usar mi información personal. Este ejercicio me llevó menos de 10 minutos, pero el impacto en mi tranquilidad fue enorme. Esto debería ser parte de tus rutinas: entra en la configuración de seguridad y limpia esos permisos innecesarios.

Revisar y gestionar las aplicaciones conectadas también te permite tener una visión clara de cuántos servicios tienen acceso a tus datos sensibles. Por ejemplo, en mi última revisión descubrí que algunas herramientas de productividad que probé hace años seguían teniendo acceso a mi cuenta. Una vez eliminadas, también noté que el rendimiento de mi cuenta de Google mejoró ligeramente, ya que algunas de estas apps solicitaban permisos innecesarios de sincronización.

Otro punto importante es que no basta con eliminar aplicaciones desconocidas. También es recomendable revisar los niveles de acceso que has otorgado a cada app. Algunas solo necesitan acceso básico, como tu correo electrónico, pero muchas piden permisos avanzados, como gestionar tus archivos o incluso modificar configuraciones de tu cuenta. Personalmente, suelo reducir estos permisos al mínimo necesario siempre que sea posible.

Por último, considera programar recordatorios periódicos para hacer esta revisión, al menos cada tres meses. Si no sabes cómo empezar, Google ofrece una herramienta de comprobación de seguridad muy sencilla que te guía paso a paso para identificar riesgos y corregirlos. Una buena práctica que he adoptado es dedicar un día específico del mes a revisar tanto aplicaciones conectadas como permisos de terceros en todas mis cuentas principales.

4. Gestiona los dispositivos conectados

Un día, tras perder mi teléfono, entré en pánico pensando en todo lo que podrían hacer con mi cuenta. Por suerte, desde la configuración de seguridad de Google, cerré sesión en ese dispositivo de forma remota. Esta función fue un salvavidas, ya que me dio tranquilidad al saber que nadie podía acceder a mi información.

Gestionar los dispositivos conectados es fundamental. Google te permite ver una lista detallada de todos los dispositivos que han iniciado sesión en tu cuenta, así como la fecha y la ubicación del último acceso. Si ves un dispositivo que no reconoces, elimínalo de inmediato. También puedes cerrar sesión en todos los dispositivos desde una sola opción, lo cual es muy útil si sospechas que tu cuenta puede estar comprometida.

Además, si pierdes un teléfono o portátil, este paso puede ahorrarte muchos dolores de cabeza. Recientemente, un amigo perdió su portátil en el transporte público. Le recomendé que cerrara sesión de forma remota y cambiara su contraseña inmediatamente. Gracias a esta opción, pudo proteger su información antes de que alguien intentara acceder a sus datos.

Hace poco también descubrí que un dispositivo viejo que había vendido seguía vinculado a mi cuenta. Fue un recordatorio importante de que debemos revisar esta lista cada cierto tiempo. Nunca sabes cuándo podría representar un problema. También es importante eliminar dispositivos antiguos que ya no utilizas, como tablets o móviles de reemplazo, para reducir posibles vulnerabilidades.

Otra práctica que suelo aplicar es etiquetar los dispositivos en mi lista. Google permite que pongas nombres personalizados a los dispositivos activos, como "Mi teléfono principal" o "Portátil de trabajo". Esto facilita identificar cuáles están autorizados y detectar cualquier actividad sospechosa más rápidamente. Por ejemplo, si veo un dispositivo con un nombre genérico como "Android-XYZ", lo reviso de inmediato.

Finalmente, programa revisiones regulares, al menos una vez al mes, para asegurarte de que todo esté bajo control. Con el ritmo acelerado al que cambiamos dispositivos o iniciamos sesión en equipos nuevos, es fácil perder la pista. Dedicar unos minutos a esta tarea puede marcar la diferencia entre mantener tu información segura o enfrentar problemas graves.

5. Apuesta por el programa de protección avanzada

Google tiene un programa pensado originalmente para periodistas y activistas, pero está disponible para todos. Obliga a usar 2FA y refuerza la seguridad de descargas, aplicaciones y cualquier actividad que implique compartir información. Aunque no soy periodista, lo uso porque valoro mi privacidad y quiero reducir al máximo cualquier posible amenaza en mi cuenta. Lo mejor es que es gratuito y sólo necesitas tus claves de seguridad para activarlo.

Este programa también ofrece una capa adicional al limitar las aplicaciones de terceros que pueden acceder a tus datos. Esto significa que si una aplicación intenta realizar una acción no autorizada o no cumple con los estándares de seguridad de Google, simplemente no podrá hacerlo. Si eres como yo, que prefiere minimizar riesgos y tener el control absoluto sobre quién accede a tu información, esta opción te da esa tranquilidad extra.

Otra característica interesante es que el programa realiza comprobaciones exhaustivas de las descargas que realizas. Por ejemplo, cuando descargo archivos desde mi cuenta de Google, el sistema analiza automáticamente si contienen posibles amenazas como malware. Esto me ha ahorrado muchos sustos, especialmente cuando trabajo con documentos compartidos por varios contactos.

Desde que lo activé, me he sentido mucho más seguro usando mi cuenta de Google en cualquier parte, incluso cuando accedo desde redes Wi-Fi públicas. Una vez, mientras viajaba, tuve que usar la red de un hotel para acceder a mi correo. Saber que mi cuenta tenía activada esta protección me dio la confianza para hacerlo sin preocuparme por posibles interceptaciones de datos.

Además, el programa incluye controles más estrictos en la verificación de identidad. Esto es especialmente útil si pierdes tus claves de seguridad, ya que el proceso para recuperar el acceso es mucho más riguroso y evita que alguien más pueda hacerse pasar por ti. Personalmente, esto me da paz mental porque sé que incluso en el peor de los casos, mi cuenta está protegida.

Por último, aunque parezca un programa avanzado, su configuración es sorprendentemente sencilla. Activarlo me llevó menos de 10 minutos, y las ventajas han sido evidentes desde el primer día. Si valoras tu privacidad y quieres estar un paso adelante frente a posibles amenazas, te recomiendo que no lo pienses dos veces y lo actives ya.

6. Cuida tu privacidad

No todo es proteger el acceso. También es importante gestionar lo que Google sabe de ti. Desde los historiales de actividad hasta la información que compartes con otros. Yo, por ejemplo, desactivé el historial de ubicación porque no me interesa que se guarde. Prefiero evitar que se almacenen datos que no considero necesarios y que podrían comprometer mi privacidad en el futuro.

Revisa también tu historial de búsquedas y los datos que apps y servicios tienen sobre ti. Si no los necesitas, elimínalos. Es un ejercicio que hago cada cierto tiempo para tener control sobre mi información. Por ejemplo, descubrí que Google aún guardaba búsquedas antiguas de hace años que ya no tenían relevancia para mí. Borrar ese historial no solo me dio tranquilidad, sino que también optimizó la personalización de los resultados que recibo.

Algo que me ha sido muy útil es utilizar las herramientas de Google para configurar autoeliminación de datos. Así, me aseguro de que cierta información no se quede almacenada para siempre. Esto incluye el historial de ubicaciones, la actividad de apps y la interacción con servicios. Configuré un período de eliminación automática cada tres meses, lo que asegura que mis datos más sensibles no se acumulen indefinidamente.

Otro aspecto clave es gestionar la información que compartes con otros. Desde la configuración de tu perfil de Google puedes limitar lo que otras personas ven sobre ti, como tu nombre completo, correo electrónico o foto de perfil. En mi caso, ajusté estas opciones para compartir solo lo estrictamente necesario, como mi correo para trabajo y nada más. Es un cambio sencillo que puede hacer una gran diferencia.

Finalmente, si quieres un control aún más detallado, Google ofrece un panel llamado "Mi Actividad" donde puedes explorar todo lo que la plataforma ha registrado sobre ti: búsquedas, comandos de voz, actividad en YouTube y mucho más. Pasar tiempo revisando esta información puede ser revelador, y es una excelente oportunidad para eliminar datos que ya no son relevantes. Desde que adopté este hábito, siento que tengo un control mucho mayor sobre mi privacidad.

7. Contraseñas guardadas: un arma de doble filo

Google permite gestionar contraseñas guardadas, lo que puede ser cómodo pero también peligroso si alguien accede a tu cuenta. Mi recomendación: revisa periódicamente qué tienes almacenado y elimina lo que ya no uses. Dedicar unos minutos a esta tarea puede marcar una gran diferencia en tu seguridad online.

Hace unos meses, al revisar mi gestor de contraseñas de Google, descubrí varias claves antiguas que ya no utilizaba. Eliminarlas no solo liberó espacio, sino que también redujo posibles riesgos. ¿Sabías que cada contraseña almacenada podría ser una potencial puerta para un ataque? Si un atacante logra acceder a tu cuenta de Google, todas esas claves podrían quedar expuestas.

Una de las mejores prácticas es activar las alertas de seguridad que ofrece Google para contraseñas comprometidas. Esta función te notifica si alguna de tus claves almacenadas aparece en filtraciones de datos, permitiéndote cambiarla de inmediato. Hace poco recibí una alerta sobre una contraseña comprometida de un servicio que ni siquiera recordaba haber usado, y gracias a esta función pude resolver el problema antes de que escalara.

Otra medida que he adoptado es categorizar las contraseñas en mi gestor. Por ejemplo, separo las relacionadas con cuentas bancarias, redes sociales y servicios menos importantes. Esto me permite priorizar los cambios y centrarme en las claves que podrían causar mayores problemas si fueran comprometidas.

Además, considera habilitar la verificación en dos pasos (2FA) para las cuentas más sensibles. Aunque alguien acceda a tus contraseñas guardadas, necesitará también el segundo factor para iniciar sesión. Personalmente, todas mis cuentas principales cuentan con 2FA, lo que me da una capa adicional de protección.

Por último, dedica tiempo a educar a quienes comparten dispositivos contigo. Hace poco descubrí que un familiar guardaba todas sus contraseñas en un bloc de notas digital sin protección alguna. Tras explicarle los riesgos, lo ayudé a migrarlas a un gestor seguro y ahora ambos estamos más tranquilos. Proteger tus claves no solo te beneficia a ti, sino también a las personas que confían en ti para mantener su seguridad.


 

Cuidar tu seguridad online no es opcional, es necesario. Implementar estas medidas no lleva mucho tiempo y puede ahorrarte grandes problemas en el futuro. Recuerda que la seguridad es como una cadena: tan fuerte como su eslabón más débil. ¿A qué esperas para proteger tu cuenta de Google?

 

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